viernes, 24 de mayo de 2013

signos

de

puntuacion




HISTORIA  “LOS SIGNOS DE PUNTUACIÓN


Tres bellas, ¿qué bellas son?
Me han exigido las tres
que diga de ellas cuál es
la que ama mi corazón.
Si obedecer es razón,
digo que a Soledad, ¡NO!
A Julia, cuya bondad
persona humana no tiene, ¡NO!
Aspira mi amor a Irene, ¡qué NO!
Es poca su beldad.

Los signos de puntuación son herramientas que le confieren expresividad y entonación a un texto, de no usarlos sería difícil comprender lo escrito. Imagínese en los inicios de la escritura alfabética, letras que formaban una aglomeración consecutiva y compacta sin puntuación. Debió ser difícil la lectura. Aún así, necesitaron pasar unos 15 siglos para que osaran separar las oraciones. En la Edad Media escribían las frases en líneas separadas, más tarde se les ocurrió emplear la coma y el punto, posteriormente usaron la mayúscula inicial, los paréntesis, la separación en párrafos, hasta llegar a la diversidad de signos que son parte de nuestra lengua actual.
Ubicar comas, puntos, comillas, signos de interrogación o exclamación, paréntesis y demás, le otorga vida a un escrito y permite una eficiente comunicación entre escritor y lector. De este modo estas herramientas pasan a ser una representación gráfica de nuestros gestos, miradas, señas o entonaciones vocales que hacemos al hablar y que enriquecen y le dan sentido y significado a nuestro mensaje. Aún así no son suficientes. Quizás llegue a ser complicado, hasta imposible, representarlo todo en un texto, la comunicación hablada es compleja, se apoya en signos paralingüísticos (la entonación, llanto, suspiros) y extralingüísticos (movimientos, gestos, posturas, guiños) que implicarían un verdadero reto llevarlos a un texto valiéndose únicamente de signos. Hablando comprendemos de inmediato la ironía o la complicidad, el sarcasmo, el enojo, hasta podemos llegar a captar una mentira con sólo observar a la persona. Todos estos elementos que nos permiten entender las intenciones desaparecen en un texto donde sólo caben las palabras.
Un caso interesante se dio en los inicios de la era digital, año 1980 para ser precisos. Dentro de una universidad en Pittsburg (EEUU) el diálogo a través de internet entre investigadores, profesores y dirigentes era cotidiano. Se trataba de mensajes simples, carentes de colores e imágenes. El dilema surgió luego de algunos malos entendidos. En ocasiones se enviaban bromas que no eran interpretadas como tales, justamente por la falta de los elementos esenciales para darle intención, una sonrisa, un codazo o un guiño. Otros pretendían ser sarcásticos pero ningún mensaje era captado con el sentido original. Esto llevó a malas interpretaciones y grandes problemas, por lo que el investigador, Scott Fahlman, propuso al resto de los miembros de la comunidad que usaran la expresión :-) para alertar que se trataba de una broma y la expresión :-( cuando se tratara de un tema serio. El código era simple, con la ayuda de los dos puntos más el guión y un paréntesis se podía simular una cara que trasmitiera la intención del mensaje. Esta anécdota sirve de ejemplo para mostrar cuánto necesitamos de las expresiones extra-lingüísticas para comunicarnos y entendernos. A partir de aquella propuesta de Fahlman, las caras con expresiones se popularizaron y propagaron, tanto que hoy podemos verlas con frecuencia en la red.
Pero esto será tema de otro artículo. Hoy vamos a conocer el origen de algunos de estos signos, el de interrogación y exclamación, fundamentales para expresar duda o pregunta, gran alegría o un grito de horror.
El signo de interrogación (?) nace de la palabra en latín questio (pregunta), palabra que luego se abrevió como Qo. Esto indica que en la antigüedad se agregaba Qopara representar una pregunta. Más tarde, esta abreviatura dio lugar al signo de interrogación tal como lo conocemos, lo que hacían era dibujar una Q mayúscula encima de una o minúscula, si lo intentamos veremos cómo se asemeja al signo de interrogación final.

Otra teoría señala que este signo nace durante el siglo XIX y que proviene de la costumbre de agregar sobre el punto final de la oración una pequeña curva vertical. La curva representaba la entonación de una pregunta.
El signo de admiración (!) tiene un origen similar al primero. Procede de contraer la exclamación latina Io. Ésta era una expresión de alegría. Pronto se la abrevió colocando la I (i mayúscula) sobre la o minúscula. Fácilmente podemos reconocer a la ‘i’ sobre la ‘o’ como un palito sobre un punto, tal como el signo de admiración.

En un principio se empleaba sólo el signo final, el de cierre, tanto para el de exclamación como para el de interrogación, incluso años después de que la Real Academia, en 1754, declarara que se debía iniciar con el signo de apertura. Pero las imprentas siguieron editando según la costumbre. El hecho de que hoy encerremos una pregunta o una exclamación dentro de dos signos no fue por una necesidad, se debió a una imposición. Actualmente, con el uso de Internet se tiende a la brevedad e inmediatez, por lo que informalmente se omite el signo de apertura, imitando a otras lenguas como el inglés. El tiempo dirá si esta nueva costumbre popular se imponga por sobre la forma tradicional.













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